Las prisiones del país
colapsaron
Detonaciones de magnitudes inimaginables se gestan en su interior.
Una amenaza que si el gobierno no atiende, en cualquier momento le explotará en
sus manos, con saldos estremecedores.
La infraestructura del sistema penitenciario
asusta. El presagio de la muerte se siente en las bartolinas, cuyas capacidades
rebasan a tal grado que -en la mayoría de ellas- los presos viven unos encima
de otros, casi las 24 horas del día. Mientras el gobierno actualmente crea más
burocracia, usando como pretexto los derechos humanos, en los presidios del
país, las paredes y los techos están a punto de derrumbarse sobre los reos. Los
tendidos eléctricos que poseen son tan obsoletos que las amenazas de fogatas,
que terminarían alimentándose con cuerpos humanos, son latentes.
Escenarios de terror han marcado la historia de
la mayoría de los 24 centros penitenciarios del país.
En los últimos diez años, unos 250 reclusos
habían muerto violentamente dentro de los recintos penales ubicados en tres de
las más importantes ciudades del país.
La primera masacre se produjo en noviembre de
1999, cuando 11 jóvenes pandilleros perecieron y 31 resultaron heridos al
enfrentarse entre sí, con armas blancas, en el presidio de San Pedro Sula.
La segunda -no fue esclarecida- ocurrió en marzo
de 2003, cuando siete miembros de la mara MS, perecieron por intoxicación.
La tercera sucedió el 5 de abril de 2003 y tuvo
como escenario la granja penal El Porvenir, ubicada en La Ceiba. En esa
ocasión fallecieron 66 reclusos y tres mujeres que estaban de visita, también
39 privados de libertad resultaron heridos. Esta tampoco fue esclarecida, aunque
existen indicios de que fue premeditada.
La cuarta masacre -tampoco esclarecida- se
produjo el 17 mayo de 2004 en el penal de San Pedro Sula, 105 jóvenes
pandilleros murieron en un incendio en el pabellón que los albergaba, 9
resultaron heridos. Todos eran miembros de la Mara 18.
El 5 de enero de 2006 en la tarde ocurrió en la
Penitenciaría Nacional de Támara una nueva masacre. Trece reclusos fueron
asesinados y uno resultó gravemente herido.
El recuento trágico de los centros penales de Honduras
incluye también incendios que arrasaron los penales de Santa Bárbara y Copán en
el occidente del país, y acabaron parcialmente con el de Trujillo en el
Atlántico; motines en la oriental ciudad de Danlí y en Olanchito, Yoro;
intentos de rebelión en Tela y Gracias a Dios, en el Atlántico.
El 12 de noviembre de 1999 murieron 11 personas
y 31 resultaron heridas en incidentes ocurridos en el centro penal de San Pedro
Sula. También se produjeron hechos similares a finales de 1998 en Tegucigalpa,
y en marzo del 2000 en San Pedro Sula. El conflicto que dejó un muerto y
11 heridos en la Penitenciaría de Támara en julio 2003; los 2 muertos y 9
heridos en el centro penal de Tela en marzo de 2003; y los muertos reportados
en el centro penal de Choluteca en mayo 2002. El 21 de marzo de 2003 siete
pandilleros de la MS fueron encontrados muertos en dos celdas del penal
sampedrano. Una característica común a todas estas masacres es que las
autoridades judiciales, policiales y de investigación no han esclarecido suficientemente
los hechos ni han identificado, detenido o juzgado a los autores materiales o
intelectuales.
La versión oficial es casi siempre la misma:
se responsabiliza a los reclusos, por sus disputas internas y por su
condición de pandilleros.
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