El dia a dia de los Reclusos




Osman López tiene seis años de estar recluido en la Penitenciaría Nacional (PN), comiendo lo mismo: arroz, frijoles y tortillas.
Igual que López, la mayoría de los 2,778 reos y los 240 policías sufren a diario esta calamidad: transcurren horas, días, años... y el menú es el mismo.
Servir una ración de arroz sancochado, frijoles parados y dos tortillas en cada tiempo de comida se vuelve una rutina diaria en la PN.
Para empeorar la situación, los internos del principal centro penal del país tienen que valerse de cualquier recipiente para utilizarlo como plato. Algunos tienen que cortar por la mitad envases de refrescos, latas o cualquier otro enser que pueden encontrar incluso tirado en el suelo.


Los tenedores o cucharas son como un lujo, las manos son suficientes para llevarse al menos un bocado a la boca. En la PN no existe un área para que los internos puedan ingerir sus alimentos, se siedel agua que abastece las pilas y que carece de potabilidad, lo que trae consigo que contraigan infecciones gastrointestinales.
Un sector más privilegiado, entre los reclusos, tiene la capacidad de pagar su propia comida en comedores instalados en cada módulo, que son propiedad de algunos reos, o para comprar carne, verduras o cualquier otro comestible para preparar la comida en improvisadas estufas instaladas en los "hogares" de cada módulo. Los más de 300 reos instalados en el módulo de "Diagnóstico" son los que tienen más oportunidades para comprar su propia comida y así no repetir el invariable menú.

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